jueves, 18 de abril de 2013

Yoga adaptado para niños con trastornos del desarrollo



En los últimos años distintos estudios llevados a cabo en las principales universidades del mundo, han demostrado el invaluable aporte del yoga adaptado o terapéutico en función de la mejora de la calidad de vida de niños y adultos con distintas discapacidades. Las más recientes investigaciones apuntan al trabajo enfocado en personas con trastornos del desarrollo, problemas de aprendizaje y TDAH, obteniendo excelentes resultados en la mejora del bienestar físico-anímico y de las habilidades cognitivas y de comunicación.

El estilo de vida actual, con todos sus beneficios y sus problemáticas, impone sobre las personas determinados niveles de exigencia física y mental como no se han conocido en la historia de la especie humana. Producto de estas tensiones y angustias, el “mundo occidental” comenzó a replantearse muchas conductas y a mirar otros estilos de vida que pudieran facilitar nuevas perspectivas para recuperar el balance perdido. Para ello resultaron de fundamental apoyo las diferentes disciplinas nacidas de oriente, entre ellas el yoga hindú.
El yoga es una práctica milenaria que utiliza una serie de posturas y ejercicios de respiración para ayudar a relajar y unificar el cuerpo, la mente y el espíritu. 
Desde hace décadas los profesionales de la salud están descubriendo los amplios  beneficios del yoga para la salud, pero en los últimos años comenzó a generarse un especial interés por su aplicación en niños y adultos con distintas discapacidades.
Existen distintos estilos y escuelas de yoga y si bien se trata de una práctica holística en general, en el yoga adaptado se busca hacer foco especialmente en las necesidades de cada participante, tratando de que cada postura o asana se presente de manera que coincida con las habilidades y capacidades del practicante.
No es necesario tener un determinado nivel de rendimiento físico en términos de flexibilidad o de fuerza para practicar yoga adaptado. Todo lo que se necesita es la capacidad y la voluntad de estar presente durante la práctica, es decir estar atentos a las necesidades del cuerpo, conscientes del flujo de la respiración y abrirse para abrazar los cambios que pudieran tener lugar en el propio interior.
De esta manera se han cosechado en todo el mundo experiencias que involucraron a personas con distintos niveles de discapacidad motriz, sensorial o mental, más allá de sus limitaciones. No se trata pues de empujar el cuerpo para ir más allá de los límites físicos en la aspiración de la pose perfecta, sino de aprender a conocer y profundizar en la conciencia mente-cuerpo hasta lograr llevar esta conciencia a través de la vida cotidiana.
Además de las tensiones y dificultades que todos experimentamos, las personas con discapacidad pueden llegar a enfrentar muchos desafíos extra durante el día. Lo cual causa una cuota adicional de estrés físico, emocional y psicológico. Estas tensiones se almacenan en el cuerpo y se asientan como bloqueos. Y si, por ejemplo, la persona se encuentra en sillas de ruedas o no tiene una buena coordinación motora, no cuenta con las mismas chances de una persona sin estas limitaciones para liberar las tensiones a través de una caminata o la actividad física. De hecho, la tensión puede incluso agravar las limitaciones de ciertas discapacidades, haciendo que determinados movimientos se experimenten co-mo una tarea insuperable.
En este sentido el yoga adaptado trata de brindar una ayuda física y emocional para trabajar con las limitaciones y acceder a las propias habilidades internas para liberar la tensión. Las sesiones están enfocadas en la promoción de estas destrezas prácticas centradas en torno a las posturas físicas y técnicas de respiración y relajación a través de un proceso acompañado y de un ritmo suave, en el marco de un ambiente propicio para distenderse y encontrarse con un potencial interno.
Desde el punto de vista médico, se comprobó que el yoga adaptado mejora la calidad de la respiración, el equilibrio, la tonicidad muscular, la percepción espacial, la flexibilidad y la confianza en sí mismo, lo cual puede mejorar considerablemente la calidad de vida de una persona con discapacidad. 
Por estos motivos, en países como Estados Unidos y ante la gran incidencia de estas dolencias, se están llevando adelante programas especiales para aportar estas mejorías a niños y adolescentes con Trastornos del desarrollo y problemas de aprendizaje.
A continuación veremos un panorama sobre los últimos descubrimientos en este campo.

Beneficios del yoga en personas con autismo
A finales de 2012, un equipo de la Universidad de Nueva York liderado por la Profesora y terapista Ocupacional Kristie Koenig, desarrolló un programa de seis meses para medir los beneficios de la práctica del yoga en niños con trastornos del espectro autista.
El programa de yoga terapia “Get Ready to Learn” (listos para aprender) se llevó a cabo antes de cada jornada escolar durante 16 semanas, capacitando a los maestros para que pudieran replicar con los niños determinadas técnicas de relajación. En el estudio fueron monitoreados 24 niños que practicaron yoga y 22 niños que no, todos los cuales rondaban entre los 5 y los 12 años.
“Los maestros de los niños con trastornos del espectro autista notaron un cambio considerable en aquellos que participaron del programa, se los percibía mucho menos agresivos y con hiperactividad reducida, mostrándose más comprometidos socialmente, en comparación con los niños con TEA que no recibieron el programa”, comunicó Koenig.
El programa partió de un trabajo con el espacio para crear “aulas tranquilas”, es decir un marco ideal para introducir luego una rutina de “ejercicios de respiración, ejercicios físicos y posturales y, por último, relajación profunda y canto”.
“El estudio contribuye a la evidencia de que esta intervención puede reducir los comportamientos que interfieren con el desempeño en el aula”, afirma Koenig. Tanto para su equipo como para distintos facilitadores de esta técnica, no hay dudas de que el yoga es particularmente decisivo a la hora de ayudar a los niños con autismo para que aprendan autorregulación. Al tomar conciencia de su cuerpo y ser  conscientes de su respiración, el yoga les brindaría la capacidad de desarrollar estrategias propias para focalizarse cuando perciban que empiezan a sentirse ansiosos o molestos. 
Según la experiencia recogida por investigadores e instructores, la práctica regular de yoga podría ser de gran ayuda para mejorar el sueño, la autorregulación, la concentración, y brindar una mayor capacidad de transición entre las actividades. Al mismo tiempo ha reportado beneficios en las áreas de comportamiento y comunicación, como también en la mejora de las habilidades motoras y la coordinación.
La instructora norteamericana de yoga Elizabeth Rowan, especialista en yoga prenatal e infantil, asegura que esta práctica sostenida con regularidad otorga siete beneficios interconectados entre sí a través de los siguientes factores:
- Habilidades motoras: los niños con autismo a menudo experimentan retrasos en el desarrollo motor, que puede ser mejorado con postura de tonificadoras de yoga, las cuales mejoran el equilibrio y la estabilidad, desarrollan una mayor conciencia corporal y coordinación. Con el desarrollo de las habilidades motoras, los niños con TEA adquieren un mayor sentido de su ser físico en el espacio y en relación con otros, y pueden mejorar su modo de andar, lo que conduce al siguiente logro.
- Confianza y las habilidades sociales: a menudo la falta de coordinación produce una baja autoestima, ya que los niños pueden ser señalados o molestados por no actuar o comportarse como los demás, o por no poder destacarse en deportes y actividades al aire libre. Al aprender autocontrol y técnicas auto-calmantes a través del yoga, la confianza se ve fortalecida y al interactuar más con otros niños logran refinar sus habilidades sociales. Lo mismo sucede al aprender a trabajar en pareja y en grupos durante las clases de yoga.


- Integración sensorial: los niños con autismo a menudo sufren de un sistema nervioso muy sensible y pueden resultar fácilmente sobre-estimulados por las luces brillantes, nuevas texturas, ruidos fuertes y los sabores y los olores intensos. La práctica del yoga propone un entorno contenedor y relajante, con luces, música y texturas suaves, creando un ambiente confortable, protegido de estímulos desconocidos o agresivos. De esta manera se permite al organismo liberar el nerviosismo de una manera controlada, lo que conduce a una sensación calmante. Estos estímulos delicados permiten un comportamiento menos incontrolable, y controla los arrebatos y movimientos repetitivos nerviosos.
- Técnicas de afrontamiento para los arrebatos: la enseñanza de técnicas de respiración auto-calmante sirven tanto para el niño como para la familia; el yoga ofrece una serie de herramientas aprovechables por los padres y hermanos que se pueden practicar en el hogar como en cualquier entorno donde sea necesario.
- Auto-conciencia: a través de dichas técnicas de auto-regulación, los niños aprenden a tomar conciencia de su cuerpo y ser conscientes de su respiración, lo que conduce a un estar más presentes.
- Estimulación del cerebro emocional: el yoga está lejos de ser puramente físico, la combinación de movimiento, trabajo de respiración y visualizaciones guiadas anima a los niños a desarrollar la conciencia de sus emociones y de las emociones ajenas. Para reforzar este punto, los instructores que trabajan con niños con autismo suman a la práctica convencional la apoyatura musical, el baile, los cuentos y demás herramientas que trabajan en la estimulación emocional.
- Establecimiento de rutinas: el yoga es ordenado y coherente. Idealmente, la clase se programará al mismo tiempo y el mismo día de la semana, cuidando que las esteras de cada practicante se encuentren en la misma disposición, lo cual ayuda a impartir un sentido de confianza y estabilidad. Este elemento de orden es muy importante para un niño con autismo ya que le comunica estabilidad. Esto mismo se traslada a las secuencias de aprendizaje, como el saludo al sol, las asanas y ejercicios respiratorios que se realizan en el mismo orden durante cada clase. Esto apoya aún más la necesidad de los niños por el orden, ayudándolos a construir confianza en el entorno. 
En síntesis, debido a este abordaje específico, el yoga trabaja para que una persona con TEA pueda sentirse más tranquila y cómoda en su cuerpo, disminuyendo el malestar físico y la ansiedad, con lo cual es más fácil para ella poder controlar su comportamiento, aprender nuevas habilidades y disfrutar más relajadamente de interacciones sociales.Relajación y tonicidad en síndrome de Down

Algunos de los trastornos más comunes sufridos por las personas con síndrome de Down son los problemas ligados a las articulaciones y la baja tonicidad muscular.  En nuestro país, la reconocida maestra de yoga Indra Devi fue una de las pioneras en recomendar la milenaria disciplina para trabajar con estas dificultades y a la vez mejorar el desempeño intelectual a través de los ejercicios de respiración.  
Los estudios han demostrado que el yoga es ampliamente beneficioso para las personas con esta condición y que bajo la observación y la asesoría de un médico y la supervisión de un profesional capacitado o terapeuta, la práctica del yoga puede mejorar la fuerza, el tono y la conciencia corporal, ampliando el rango de movimiento.
La laxitud de ligamentos y la falta de tono muscular (hipotonía) produce hipermovilidad en las articulaciones, lo que puede traer distintos problemas motrices. El yoga ayuda a estirar y tonificar el cuerpo entero al fortalecer los músculos y ligamentos a través de toda una serie de posturas de pie especialmente beneficiosas para rótulas y tobillos inestables y débiles y pies planos.
Luego, las posturas más dinámicas, que implican torsiones pueden resultar de ayuda para masajear y estimular los órganos internos, dando alivio a dolencias digestivas típicas y estreñimiento. 
La disfunción tiroidea, que afecta el crecimiento y el metabolismo, es también a menudo una preocupación relacionada con los niños con síndrome de Down. Una práctica regular del yoga puede estimular la glándula tiroides a través de posturas específicas que generan gran alivio y previenen malestares.
Para los niños con síndrome de Down, el yoga ayuda a traer la conciencia del cuerpo y aumenta la capacidad de concentración y la memoria. Los ejercicios de respiración o pranayama ayudarán a aliviar la hipertensión pulmonar y proporcionan un entrenamiento seguro para los niños con cardiopatías congénitas asociadas a menudo con el síndrome. Además pueden aliviar la congestión nasal y ayudar a proteger contra problemas pulmonares. Las técnicas de relajación a través de la respiración conciente y las imágenes guiadas, son especialmente agradables y efectivas para crear calma interior y mejorar la concentración.
La relajación muscular progresiva entrena desde la respiración establece cada vez mayores conexiones entre el cuerpo y la conciencia, además de liberar oxitocina, la hormona del bienestar. Si el yoga se incorpora lentamente en la vida del niño se podrán observar además beneficios como la reducción de la hiperactividad, emociones más equilibradas y mejor concentración, coordinación y dominio corporal.
Por último, es importante considerar que el aumento de peso y una cierta tendencia a la inactividad propios de la condición pueden exacerbar problemas cardíacos y respiratorios, lo que acarrea una menor calidad de vida. Por lo tanto, una práctica habitual de ejercicio enfocado en el trabajo respiratorio y en el tono muscular es imprescindible para las personas con síndrome de Down, tanto para su bienestar físico  como emocional.

Aplicación en niños con TDAH
Son varias las líneas de estudio que vienen trabajando en esclarecer el impacto beneficioso de las prácticas meditativas y de yoga en niños con trastornos de desa-tención e hiperactividad.
Pauline Jensen, investigadora de la Escuela de Comportamiento y Ciencias de Salud Comunitaria de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Sydney, publicó un revelador articulo en la revista “Journal of Attention Disorders”, donde asegura que el yoga aumenta la concentración, promueve la disciplina mental y física e induce a la confianza de los niños y jóvenes con TDAH. 
Su estudio se basó en el seguimiento de niños de entre 8 y 13 años de edad que practicaron yoga una vez a la semana durante cinco meses, reportando al finalizar la experiencia una mayor concentración que aquellos que seguían un tratamiento convencional. Si bien estos datos no proporcionan un fuerte apoyo para el uso del yoga como tratamiento exclusivo para el TDAH, en parte debido a que el estudio fue llevado a cabo con un grupo reducido de participantes, sí se sugiere que puede tener mérito como un tratamiento complementario.
Un estudio similar fue llevado a cabo en Alemania en el año 2006, allí pudo comprobarse que los niños que recibían tratamiento farmacológico se vieron beneficiados por la adición del yoga como práctica habitual. El manejo adecuado de la respiración habría sido responsable de una mejor concentración reflejada en su de-sempeño académico.
Más recientemente, un estudio realizado en Australia en la Unidad de Investigación de Terapias Naturales del Hospital Real de la Mujer, y en colaboración con el Instituto de Psiquiatría del “Kings College” de Londres, dio cuenta de una notable mejoría de los síntomas de TDAH en un grupo de niños de entre 4 y 12 años que durante apenas 6 semanas fueron entrenados en Meditación Sahaja Yoga como  coadyuvante a su tratamiento habitual con medicamentos.
En comparación con el grupo que no recibió el programa de yoga, los niños que aprendieron a meditar mostraron una reducción significativa de los principales síntomas de hiperactividad, impulsividad y falta de atención. Otros beneficios secundarios fueron una mejora en la relación con sus padres y en la autoestima.
Por otra parte, los instructores de yoga aseguran que un programa de yoga focalizado en niños con TDAH se concentra en posturas corporales que podrían mejorar la función cerebral al estimular los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro.
El yoga también colaboraría mediante la creación de rutinas repetitivas y sistemáticas que reúnen mente y cuerpo, afinando el sistema de atención del cerebro. 
Algunos padres y médicos creen que el yoga podría llegar a reducir y eventualmente sustituir la dependencia del niño a los medicamentos recetados y otros creen que debería ser mas bien un complemento a la medicación y la terapia. Pero dado que hay diferentes grados de TDAH no hay una única visión sobre este tema. Sin embargo, la mayoría de los médicos está de acuerdo con que puede incorporarse una práctica diaria de yoga para un niño con TDAH sin problemas para tratamiento. 
Para concluir no debemos olvidarnos de que con todas las presiones y las expectativas que recaen sobre los niños con trastornos del desarrollo y del aprendizaje, la práctica del yoga además de proporcionar un camino alternativo para mejorar sus habilidades físicas, mentales y sociales, puede tener una profunda influencia en su auto-imagen, a menudo dañada por la frustración y la sensación de incapacidad.
Las sesiones regulares de yoga pueden por sobre todo ayudar a disminuir estos sentimientos negativos, bajando la presión del ambiente y aumentando la confianza. 

Luis Eduardo Martínez

Publicado por Veronica Velasco
e-mail veronica.velasco@hotmail.com
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