lunes, 31 de octubre de 2011

Curas mágicas y milagrosas para la discapacidad


 Descripción de la imagen: manos de mago haciendo magia con galera y su barita mágica

En todas las ramas de la actividad humana hay gente inescrupulosa que medra con los deseos, las necesidades y la angustia de las personas. El universo de la discapacidad no está ajeno a ello. Desde las pastillas hasta las soluciones inverosímiles requieren que utilicemos nuestro raciocinio para establecer qué es lo que más conviene a nuestro caso, en medio de una oferta caótica y desorientadora
El marido de una persona allegada que padece una enfermedad terminal me llamó una tarde. “Decile a X. que vaya a ver al Dr. C. Yo le dije, pero ella no quiere. Lo vi por televisión. Una modelo que estaba ya por morirse fue a su consulta y en pocos meses estaba totalmente curada”.
X. tiene un cáncer de mal pronóstico, detectado tardíamente. Eso me llevó a pensar qué cosas estaría dispuesta a soportar cualquier persona con tal de que le devolvieran su salud, sus capacidades pérdidas, es decir, volver (o encontrar por primera vez) la normalidad.
Ingresé en la página del tal Dr. C. En ella se promete la cura para esa y otras enfermedades mediante un tratamiento poco menos que milagroso. Obviamente, no se asegura directamente el saneamiento en todos los casos, pero se sugiere.
En la misma página de Google en la que aparecía la dirección del facultativo (que, dicho sea de paso, tiene una especialidad que poco o nada tiene que ver con la Oncología) hallé un buen número de blogs y páginas en las que su método se denunciaba como un verdadero fraude, con imputaciones rayanas en lo delictivo. Y también algunos testimonios, menos, que defendían sus procedimientos.
Entonces me surgieron dos preguntas: los que promueven estos milagros ficticios con poco más que agua y alcohol, ¿creen en ellos? Y si no, ¿cómo pueden ser tan inescrupulosos como para jugar con la desesperación y la esperanza de las personas?
Muchos son médicos y saben bien lo que hacen. Otros, apenas aprendices de hechiceros, sanadores no matriculados, locos (peligrosos), mistificadores y toda la serie de calificativos que se nos ocurran, inclusive los más ásperos.
El ADD
Una de las patologías que más se presta para la oferta de soluciones rápidas es la del déficit atencional, una especie de plaga moderna, de amplia difusión en los últimos tiempos, cuya etiología es cuestionada desde diversos puntos de vista.
Lo primero que llama la atención es el crecimiento exponencial en niños (e, incluso, en adultos) que son diagnosticados como padecientes de ADD y sus conexos (TOC, Bipolaridad, TOD, etc.).
Niños desatentos, movedizos, desafiantes y con muchos de los síntomas que se describen como propios de este trastorno hubo siempre. Hasta el descubrimiento de esta especie de enfermedad, docentes y padres se hacían cargo del niño y, en la mayor parte de los casos, el problema se resolvía. Si la acción conjunta de los responsables del pequeño en las diversas áreas no resultaba efectiva, podía sugerirse un tratamiento psicológico, amén de primero indagar si no existía alguna cuestión neurológica que pudiera explicar el por qué de la situación.
En general, llegados a una edad un poco mayor, sea por el tratamiento psicológico, por maduración, por presión del medio circundante o por lo que fuera, el niño terminaba por transformarse en un ser más o menos adaptado, como cualquier otro, a las exigencias de la vida en sociedad.
Claro que ese proceso demandaba un cierto tiempo, paciencia, constancia y dedicación, los que no parecen abundar en la actualidad.
Hoy en día, en cambio, existe la medicación, que brinda resultados asombrosos y no necesita de más constancia que la de suministrar algún remedio mágico.
Según algunos expertos, entre ellos los de ForumADD, que integra a profesionales de distintas disciplinas (neurólogos, psicólogos, psiquiatras, psicopedagogos, y otros de ramas afines a la salud), se está en presencia de un fenómeno que denominan “Patologización de la Infancia”.
Afirman que lo que ha cambiado es la forma de ver a los niños y no la manera en que estos se manifiestan, así como ciertos factores socioculturales que llevan a que muchas de las conductas disruptivas propias de esa etapa de la vida ahora se vean como algo anormal, que debe ser solucionado lo más rápidamente posible.
No hay tiempo en los mayores para tratar de comprender qué es lo que pasa. Aseguran que buena parte de aquello que se diagnostica como ADD es, en realidad, síntoma de otra cosa y que a ello contribuyen los laboratorios, que instan a la prescripción de los fármacos de su pertenencia, algunos de los cuales tienen efectos que pueden ser francamente perjudiciales. Se cita que algunos de ellos podrían ser causantes de problemas muy serios, entre los cuales se halla la muerte súbita.
Por ejemplo, en el caso del más extendido en la medicación de niños ADD, el propio prospecto explica entre sus “Precauciones generales”:
“Anomalías cardiacas estructurales preexistentes: Se han notificado casos de muerte súbita en asociación con el uso de estimulantes del sistema nervioso central a las dosis usuales en niños con anomalías cardiacas estructurales. No se ha establecido ninguna relación causal con los productos estimulantes dado que algunas anomalías cardiacas estructurales entrañan de por sí un elevado riesgo de muerte súbita. Como regla general, no se deben utilizar productos estimulantes en pacientes que presentan anomalías cardiacas estructurales.
Enfermedades cardiovasculares: Por lo general, RITALIN® LA no debe utilizarse en pacientes con pronunciada hipertensión. RITALIN® LA aumenta la frecuencia cardiaca y la tensión arterial sistólica y diastólica. Por consiguiente, se recomienda cautela a la hora de tratar a los pacientes cuyo estado de salud pueda verse comprometido por los aumentos de tensión arterial, o la frecuencia cardiaca, como son los pacientes afectos de hipertensión, insuficiencia cardiaca o que han sufrido un infarto de miocardio reciente. RITALIN® LA está contraindicado en la arritmia cardiaca y en la angina de pecho grave (véase Contraindicaciones). Se debe controlar la tensión arterial de todos los pacientes que toman RITALIN® LA a intervalos adecuados, especialmente en los pacientes hipertensos.
Acontecimientos cardiovasculares y por uso indebido: La utilización indebida de estimulantes del sisterna nervioso central puede asociarse con muerte súbita y otros acontecimientos adversos cardiovasculares graves”.
Según distintas fuentes, solo en los EE.UU. (donde más se medica) hay entre 5 y 11 casos anuales de muerte súbita de niños medicados por ADD certificados por la FDA (la Administración Nacional de Medicamentos y Alimentos).
Las advertencias de la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. tampoco son muy alentadoras respecto del metilfenidato, que es la droga que contienen los específicos que se recetan para ADD: crea hábito; es peligroso aumentar la dosis (cambios de comportamiento) y/o suspender su administración (depresión) y, además, existe toda una serie de precauciones que deben seguirse, pues está contraindicada su administración en paralelo con muchísimos otros medicamentos.
Otro de los aspectos que se critica desde diversos medios respecto de la medicalización de niños es que curiosamente la incidencia de ADD es muchísimo mayor en los países más desarrollados y, en general, en los estratos de mejores ingresos.
No solo el ADD Pero no se cuestiona únicamente la “magia” aplicada al ADD. La extensión del diagnóstico de autismo, por ejemplo, ha hecho que se lleven a cabo curas milagrosas. Es claro que una caracterización laxa permite que casi cualquiera entre en la grilla y que, luego, desaparecida la condición que alteraba la conducta, se exhiban los galardones de haber propiciado la vuelta a la normalidad, cuando, en sentido estricto, nunca se padeció el trastorno.
Lo mismo ocurre con otras enfermedades y síndromes. Como ejemplo, el médico inglés Robert Trussel engañó durante años a pacientes que sufrían de esclerosis múltiple, a los que prometió que su tratamiento, consistente en la aplicación de células madre de cordón umbilical, los mejoraría en al menos un 80%. Obladas cifras importantes, el mejoramiento nunca ocurrió. Cuando el Consejo Médico Británico investigó los hechos, descubrió que en realidad las células provenían del cerebro de vacas, procedimiento que recién se está estudiando en animales y que, hasta el momento, no cuenta con resultados positivos.
También se promocionan distintas terapias alternativas para personas con discapacidad intelectual. Las más serias, se postulan como complementarias de las tradicionales, a las que pueden aportarles componentes relacionales, emocionales y de autoestima que pueden ser beneficiosos. Pero algunas otras pregonan la cura o la mejoría lisa y llana, basándose en el suministro de hierbas, la aspiración de esencias, el sometimiento a campos energéticos de distintas clases, la manipulación de piedras, las terapias de vidas pasadas y un sinnúmero de otras disciplinas mal llamadas “medicinas alternativas”.
También las dietas “naturales” se reputan como sanadoras o, al menos, aliviadoras de conductas desafiantes, ADD o autismo, cuando no se reputa la mala alimentación (sobre todo la basada en productos animales) como directa consecuencia o un coadyuvante importante en el desencadenamiento de problemas de conducta, haciendo gala de un reduccionismo alarmante.
Entre las pastillas y la naturaleza Mientras que para los trastornos de la conducta, sus similares y derivados, la pugna entre la medicalización y las sanaciones milagrosas es intensa, no ocurre lo mismo con síndromes y enfermedades de base indubitablemente física.
En ese campo, la pugna se reduce a las rehabilitaciones tradicionales versus las modalidades alternas y novedosas de mejoramiento, lo que hace sospechar que existe demasiada atención hacia el mercado del espíritu, en el cual, tal vez por falta de rigurosidad científica en la clasificación, los resultados pueden resultar notables, sea que se utilicen medicamentos ordinarios o procedimientos extraordinarios.
Es cierto que habría que prestar atención a algunas prácticas ancestrales, desbrozando entre aquellas que surten efectos positivos de las que se basan sólo en creencias sin otro fundamento. Cuando la ciencia médica y las que la nutren han investigado al respecto, hallaron que existen muchas de ellas que son efectivas y, en general, muchísimo menos intrusivas que más de un fármaco que circula generosamente entre niños y adolescentes (y también entre adultos). Pero no lo es menos que otro número importante de ellas entran en el terreno de lo mágico y no hay asidero racional alguno que las avale.
En todo caso, magia y medicalización tienen un punto en común: la solución rápida y la estigmatización para problemas que quizás necesiten tratamientos más largos o simplemente paciencia y cambios en las formas de relación con el entorno.
Separar paja de trigo El problema es discernir. En otros tiempos, la palabra del médico era santificada, porque era el que sabía. Ahora hay información circulando y al alcance para casi todos, lo que, lejos de resolver el dilema, lo complejiza.
La necesidad de quienes rodean a las personas discapacitadas de hallar soluciones o paliativos viables para el sufrimiento y, en muchos casos, las pocas respuestas que se hallan en la medicina institucional, sobre todo en síndromes o enfermedades raros (la investigación es directamente proporcional al número de casos), sumado a los nuevos paradigmas de satisfacción inmediata, hacen que se recurra o bien a la medicación, como forma de enmascarar los síntomas, o bien a terapias que, en el mejor de los casos, solo tienen el poder de la sugestión.
Por otro lado, otra de las situaciones que desacomodan es que muchas de las terapias y de los procedimientos que hoy aparecen como tradicionales, en algún momento fueron alternativos, es decir, no aceptados por la ortodoxia, hasta que el paso del tiempo los consolidó.
La abundancia informativa y de oferta hace que, en muchas ocasiones, quien tenga que decidir se halle en medio de múltiples encrucijadas, tironeado entre posturas tradicionales, recomendaciones de allegados, profusa y contradictoria información en internet, ofrecimientos novedosos y toda una amplia gama de posibilidades.
¿Cómo elegir entre todo ello? Primeramente, es necesario establecer la veracidad del diagnóstico, piedra basal de todo lo que se hará a posteriori. Ello se logra consultando segundas, terceras o más opiniones, hasta obtener el mayor grado de certeza posible.
Luego, ante el abanico que se abre para posibles tratamientos, es imperativo descartar todo aquello que aparezca como infalible, fácil y rimbombante, porque usualmente no lo es.
Pero, sobre todo, resulta imperioso recurrir a algo que, en mayor o menor medida, tenemos todos: el sentido común. Porque si hay una cura que es tan milagrosa, tan contundente, ¿por qué no está universalizada?
Final Quien más, quien menos, aunque más no sea de oídas, a todos nos ha llegado a conocimiento (o, al menos, tenemos la sospecha) de que la medicalización resulta excesiva y de que abundan los que comercian (mal) con la discapacidad, con los sentimientos y las necesidades de las personas y, en más de una oportunidad, ello no solo no va en beneficio de quien padece, sino que hasta resulta contraproducente, porque hace perder tiempo y dinero.
Más allá de las fórmulas genéricas del diagnóstico acertado, la sospecha sobre lo demasiado sencillo y la apelación al buen sentido, no hay prescripción universal, porque cada caso es diferente, así como lo es cada persona.
Ronaldo Pellegrini
ronaldopelle@yahoo.com.ar
Algunas fuentes:
- http://farmacriticxs.ifmsa-spain. org/esp/descargas/Medicaliza cion.pdf
-http://www.facmed.unam.mxb mnd/plm_2k8/src/prods38956. htm
- http://www.fcq.unc.edu.ar/cime /metilfenidato.htm

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