miércoles, 10 de marzo de 2010

Alcoholismo y discapacidad


El consumo de alcohol en los jóvenes se dispara sin ningún tipo de regulación eficiente por parte de la Salud Pública. Según estadísticas recientes, en nuestro país mueren 3.000 jóvenes por año, de entre 15 y 25 años por causas relacionadas al consumo excesivo de alcohol, y el doble de esa cifra adquieren una discapacidad de por vida. Del mismo modo, beber alcohol durante el embarazo puede provocar en el bebé defectos congénitos físicos y mentales.
En la actualidad, el alcoholismo es considerado en sí mismo una enfermedad discapacitante, ya que se trata de una dolencia crónica progresiva que afecta al cerebro.
En un esclarecedor artículo, el Dr. José Antonio Elizondo López de la Fundación de Investigaciones Sociales de México afirma que “el alcoholismo es una enfermedad incurable (crónica), recurrente (evoluciona con recaídas), insidiosa (es silenciosa, los síntomas clínicos frecuentemente se confunden con el bebedor excesivo), progresiva (las complicaciones a nivel personal, familiar, laboral y social son cada vez más graves), discapacitante (provoca incapacidad a nivel neuro-cerebral, psico-emocional, familiar y social) y mortal (el alcoholismo no tratado conduce irremisiblemente hacia la muerte)”.
El eje de esta perspectiva se centra en que el alcoholismo logra discapacitar porque el principal órgano afectado por el excesivo y frecuente consumo de alcohol es el cerebro. Como consecuencia de esta intoxicación crónica se provoca una discapacidad a niveles neurológico, cognoscitivo y psicoemocional.
Del mismo modo, imaginarse todo este proceso potenciado en un cuerpo en gestación nos puede dar un drástico panorama de lo que el alcohol puede provocar en un bebé dentro del vientre de su madre.
Pero no es solamente por el consumo directo que este vínculo entre discapacidad y alcoholismo se encuentra tan entramado. Como uno de los principales responsables de los accidentes de tránsito, el alcohol ha quebrado la salud de una inmensa cantidad de conductores y de terceros, entre ellos sus propios familiares y amigos, y personas inocentes que se cruzaron a su paso.
En países como el nuestro, donde el tejido social se encuentra gravemente dañado y donde el desempleo y la falta de expectativas respecto del futuro empujan a millones de personas, jóvenes y adultos, hacia la pérdida de sentido, el alcohol y las drogas se vuelven un refugio evasivo que termina por convertirse en una prisión del alma, de los sueños, del potencial humano para transformar su entorno y su destino.
A pesar de este panorama tan grave y desolador, no bastan las campañas y la información
que circula socialmente, como también sigue siendo poco aquello que desde el Estado y la Salud Pública se trabaja por orientar a los jóvenes y regular la venta de bebidas alcohólicas a menores de edad.
Ha comenzado la temporada de vacaciones, donde el consumo de alcohol se dispara sin ningún tipo de contención y sólo quienes han sufrido en carne propia las consecuencias de esta falta de previsión saben la importancia de estar informados para prevenir una tragedia.
Intentaremos entonces profundizar sin rodeos en este vínculo evitable con el objetivo de desmenuzar todas las posibles consecuencias y los procesos a partir de los cuales el consumo irresponsable de alcohol puede afectar a la sociedad toda.
Usina de discapacidad
Junto con la pobreza, el accidente cerebro-vascular y sus múltiples disparadores sociales, el daño ambiental y los accidentes de tránsito, el consumo de alcohol constituye una de las principales “fábricas” de discapacidad.
Cuando una campaña de tránsito o un spot publicitario de fin de año nos muestra de manera más o menos abstracta las consecuencias letales de su ingesta irresponsable, suelen omitir que la discapacidad también es una posible meta al final de una carrera que sólo conduce al desconsuelo.
Según datos recientes 6.000 jóvenes adquieren discapacidad cada año producto del consumo alcohólico sin límites y muchas veces alentado por la sociedad de consumo y la cultura capitalista; realmente es una dolorosa cifra que puede ser evitable con información y consejo. Y si a esta estadística le sumamos el consumo adulto, las cifras realmente se tornan escalofriantes.
Según datos del ISEV (Instituto de Seguridad y Educación Vial), publicados por el diario Clarín a mediados de 2008, solamente durante el año 2007, 35.770 personas sufrieron lesiones graves, una cifra superior a la de 2006 (31.025), y de todos ellos cerca de 12.000 personas (33 por día, en promedio), adquirieron discapacidades físicas permanentes, la mayoría de ellos son menores de 30 años.
¿Pero por qué hablamos de costo social? Más allá de los daños que se puedan ocasionar a terceros, el sistema de salud pública se hace cargo en la mayoría de los casos de los cuidados iniciales, que suelen ser los más caros, y de este aspecto también suele hablarse poco.
Ya está por demás comprobado que la prohibición del alcohol y las vedas de consumo, sobre todo en adolescentes, no surten efecto e incluso suelen ser contraproducentes.
Los adolescentes necesitan comprender, procesar y sentirse dueños de sus propias decisiones. Para que esto suceda es esencial que tanto los padres como los ámbitos de formación se transformen en los mejores consejeros y ayuden a generar una intuición propia. Pero para poder asumir este rol es fundamental tener una clara visión respecto de los daños concretos que puede provocar no sólo la dependencia, sino una única noche de exceso.
Dependiendo de las dosis consumidas, el alcohol tiene un efecto directo sobre el sistema nervioso central, “deprimiéndolo” e interfiriendo sobre su armónico funcionamiento.
“Al tomar alcohol, el 20% se absorbe en el estómago, el 80% lo hace en intestino delgado. Así, el 90% se va a metabolizar en el hígado y el 10% restante de elimina mediante el aire espirado, la orina y la transpiración (de allí que cuando se hacen controles de alcoholemia, lo que se está midiendo es el alcohol que se elimina mediante el aire espirado y de ahí se calcula una equivalencia de lo que hay en sangre). El hígado lo metaboliza y lo transforma en acetaldehído y agua, y si bien hay pequeñas diferencias entre persona y persona determinadas genéticamente, la velocidad ronda en alrededor de 10g. de alcohol puro (una copa de vino o lata de cerveza) por hora, es decir que si consumimos más de esa cantidad en una hora, lo que sobra va por sangre a cerebro y queda en el cuerpo hasta que el hígado lo pueda metabolizar”, explica el Dr. José Antonio Elizondo López.
En estos casos, cuando los niveles de alcohol se vuelven tóxicos, los efectos colaterales pueden ser la pérdida de conciencia (que puede a su vez derivar en un coma) y luego el paro respiratorio. Esto sucede porque las neuronas que regulan el acto de respirar dejan de funcionar, lo que deriva en muerte. Por otra parte, los efectos de la ingesta están estrechamente relacionados con el peso y con el alimento consumido previamente por cada persona.
Elizondo López afirma que un litro de vino (que posee 15% de graduación alcohólica) tiene 150g. de alcohol puro y en un adolescente que pesa 60 Kg., la dosis letal podrían ser 2 litros de vino. Aunque se han registrado comas alcohólicos en adolescentes de 60 Kg, por haberlo consumirlo muy rápido y o con el estómago vacío.
Otro aspecto a destacar es que debido a su metabolismo, las mujeres se encuentran en una zona de mayor riesgo respecto de los hombres. Esto se explica en que poseen más grasa y menos agua que el varón, y porque al tener mayormente una estructura corporal más pequeña, sus órganos también lo son y corren mayor riesgo de daño. Por ejemplo, si una mujer bebe la misma cantidad de alcohol que un hombre, su sangre absorberá entre un 30 y 50% más.
El Dr. Elizondo López advierte además que el riesgo cardiológico también es mayore en la mujer, ya que “necesitan un 60% menos de alcohol para sufrir el mismo daño”.
Hace algunos años un grupo de investigadores del Departamento de Epidemiología y de la Escuela de Salud Pública de la Tulane University, Nueva Orleáns (EE.UU), dio los resultados de un estudio sobre la asociación entre el consumo de alcohol y el riesgo relativo de sufrir un accidente vascular cerebral, una de las consecuencias discapacitantes más violentas. Los autores hallaron que el consumo elevado de alcohol se asociaba con un incremento relativo del accidente vascular cerebral, total, isquémico y hemorrágico. Según este estudio, los factores de riesgo corresponden con:
- Hipertensión arterial inducida por el alcohol.
- Cardiomiopatía alcohólica.
- Trastornos de la coagulación.
- Fibrilación auricular.
- Reducción del flujo sanguíneo cerebral.
Como se mencionó anteriormente, otros de los factores desencadenantes de discapacidad son los accidentes de tránsito causados por la ingesta de alcohol.
Según el último relevamiento de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) dos jóvenes (promedio de hasta 24 años) mueren por día en accidentes automovilísticos provocados por el alcohol. Un tercio del total de 7.552 muertes por accidentes fatales de tránsito en el país podrían haberse evitado si los conductores hubiesen moderado o evitado el consumo alcohólico.
Según informó reciente del periódico La Nación con motivo de la publicación de estas cifras, la Asociación Luchemos por la Vida afirma que los jóvenes alcoholizados protagonizan el 65% de los accidentes viales.
Una gran proporción de estos accidentes no serían provocados por conductores con grandes borracheras, sino por personas que bebieron superando un límite y como no perciben efectos severos se confían.
El alcohol en el organismo provoca que las respuestas y las maniobras ante cualquier eventualidad al volante sean lentas y torpes. Esto se debe a que los sentidos se embotan y disminuye la capacidad de atención normal. Pero como a su vez las bebidas alcohólicas crean una falsa sensación de seguridad, los conductores se sienten confiados de sus capacidades. Sin embargo, un estudio de la Organización Panamericana de la Salud asegura que un conductor que bebe antes de conducir tiene 17 veces más riesgo de provocar un accidente fatal evitable.
Este último factor, la previsibilidad, es primordial a la hora de generar las medidas adecuadas para intervenir frente a esta problemática social.
En este sentido, una medida ejemplar fue puesta en marcha en Brasil, donde a partir del creciente porcentaje de muertes provocadas por accidentes viales, se creó una forma de “ley seca”, que prohibió el alcohol para los conductores y que logró disminuir en un 22,6 % el número de muertes causadas por accidentes de tránsito en las ciudades capitales del país. Del mismo modo el número de hospitalizaciones por accidentes automovilísticos, que cayeron en un 23,2 %.
Trastornos del espectro alcohólico fetal

Se ha comprobado que beber alcohol durante el embarazo puede causar en el bebé diferentes defectos congénitos físicos y mentales. De hecho el “Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal” es una de las causas más frecuentes de retraso mental de los niños Y uno de los grandes riesgos se presenta más allá de una ingesta a conciencia, ya que muchas mujeres no saben que están embarazadas durante los primeros meses de su embarazo.
El término “trastornos del espectro alcohólico fetal” (o FASD, por su sigla en inglés) contiene numerosos problemas asociados con la exposición al alcohol del bebé antes de su nacimiento. La incidencia de estos trastornos alcanzan al 1% de la población Europea.
Contrario a lo que muchas mujeres suponen, no hay una medida de ingesta que puede resultar indiferente para el niño en desarrollo.
La Fundación “March of Dimes”, recomienda a las mujeres embarazadas abstenerse totalmente de ingerir cualquier bebida alcohólica durante todo el período de embarazo y lactancia.
El Dr. Francisco Pascual Pastor, miembro de la Junta Directiva de Socidrogalcohol y coordinador asesor técnico de Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España, asegura que “desde hace muchísimos años se sabe que el consumo de alcohol durante el embarazo produce retraso mental y malformaciones al nacer, pudiendo afectar al 1% de la población total de Europa, aunque no obstante este síndrome es prevenible en un 100%. El término ‘trastorno del espectro alcohólico fetal’ describe los diferentes síntomas que aparecen de forma individual en aquellos niños cuyas madres han estado consumiendo bebidas alcohólicas durante el embarazo, incluyendo complicaciones físicas, psíquicas, conductuales, alteraciones en el aprendizaje y posibles secuelas a lo largo de la vida”.
Según los últimos estudios manejados en España, se pudo saber que la afectación, sobre todo neurológica, que produce el alcohol en el cerebro fetal, puede perdurar hasta la edad adulta. La causa es la alteración de los péptidos, las neurotrofinas, ya que la exposición al alcohol durante el período de formación fetal puede ser especialmente destructiva para estas neurotrofinas. Estos péptidos desempeñan un papel importante en el proceso de aprendizaje y en la memoria.
Estos hallazgos confirmaron que si el consumo se produce durante las 10 primeras semanas los riesgos de malformaciones pueden afectar las siguientes áreas orgánicas:
- Cardíacas (10-20%): C.I.A., C.I.V., tetralogía Fallot, canal atrioventricular.
- Renales (5-10%): aplasia, ectopia e hidronefrosis.
- Genitourinarias: hipospadias, criptorquidia o vagina doble.
- Esqueléticas: falanges ausentes, sinóstosis, pectus excavatum, escoliosis.
- De pie: hirsutismo, angiomas tuberosos o fosita sacra.
- Alteraciones del sistema nervioso, oculares y de la boca.
- Tumores embrionarios: hepatoblastoma y neuroblastoma.
- Si la ingesta se mantuvo durante el tercer trimestre: disminución peso y talla.
- Si se produce entre la semana 12 y 18: alteraciones del Sistema Nervioso Central.
Otros síntomas pueden comprender dismorfismo craneofacial característico y consistente en microcefalia, lesiones cerebrales, hirsutismo frontal, ptosis, estrabismo, miopía, epicantus, oblicuidad antimongoloide, nariz aplastada, silla de montar e hipoplasia mandibular, paladar alto, boca grande y labios finos; además de un desarrollo psicomotor deficiente o límite (borderline), inquietud, hiperexcitabilidad e insomnio.
Para poder poner al alcance de la sociedad la información necesaria para evitar estas secuelas 100% prevenibles, muchos países han decidido elegir la fecha simbólica del 9/9 (por los nueve meses de embarazo) como el “Día Mundial del Síndrome Alcohólico Fetal”.
La importancia de esta concientización supera ampliamente las barreras sociales, educativas y culturales, ya que la ingesta de alcohol en el embarazo es una práctica habitual en el 25% de madres españolas, un 35-50% de mujeres en Holanda y la cifra es superada en el Reino Unido e Irlanda.
En nuestro país aún no existen campañas masivas específicas.
Alcoholismo y marginación de las personas con discapacidad
Por último cabe mencionar que siendo el abuso de alcohol y de drogas legales e ilegales un problema grave para los sectores marginales y las minorías, el colectivo de personas con discapacidad representa una franja social altamente vulnerable ante esta problemática.
No suele ser frecuente que desde las asociaciones de discapacidad se debatan estos temas tan complejos pero tan apremiantes. Quizás al ser la discapacidad muchas veces medicalizada, y en una sociedad que contiene químicamente a los niños con problemas de conducta, las cosas se tornen más difíciles aún.
Los factores del alcoholismo en las personas con discapacidad son innumerables, y entre ellos podemos citar la baja autoestima; la discriminación; la falta de acceso a la vida independiente, la educación, el trabajo, la salud y la rehabilitación; las dificultades para conseguir construir un vínculo afectivo y/o la falta de escucha y compresión de la comunidad.
Es impostergable, pues, que se desarrollen campañas específicas para este colectivo, ya desde la educación especial y en los centros de adultos. El alcoholismo amplifica en gran medida la vulnerabilidad de las personas con discapacidad y los expone a situaciones de violencia, abuso y muerte, retrasando o anulando los procesos de integración.
Quizás una de las claves principales para lograr transformar esta realidad radique una vez más en la interacción de las asociaciones y de los organismos que tanto desde los ámbitos de discapacidad, recuperación del alcoholismo y vialidad puedan articular sus recursos y saberes con apoyo del Estado y de los medios de comunicación.
Debemos corrernos las vendas de una vez por todas, como sociedad en conjunto para terminar de comprender que una vida humana no puede valer menos que una copa de alcohol. Muchas son las personas enfermas que se encuentran atrapadas en una verdadera adicción, sin poder sobreponerse desde su propia voluntad, pero muchas más son las que, pudiendo decidir, arriesgan su integridad y la de los demás en una situación de esparcimiento. Allí, junto con los colectivos vulnerables, es donde se hace más necesario un trabajo intenso y sostenido que no dependerá únicamente de las campañas, sino de la responsabilidad individual entrelazada en fuerza social.
Luis Eduardo Martínez
Fuentes consultadas:
- El alcoholismo: enfermedad cerebral y discapacitante / Dr. José Antonio Elizondo López / Fundación de Investigaciones Sociales / México.
- Dr. Eduardo Oro / Sociedad Argentina de Pediatría (filial San Luis).
- Diario Clarín.
- Diario La Nación.
- Jano.es

3 comentarios:

  1. Genial articulo y bastante completo!! Muchas gracias por compartirlo, lo he enlazado en mi blog para que vengan a leerlo.
    Abrazos. Hilda

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  2. Lastimosamente el alcohol es una droga "socialmente" aceptada, no por la xostumbre, sino porque ya forma una industria que mueve millones. Es muy poderosa.

    Lamentablemente como toda droga, es perjudicial.

    Basta echar una gota de alcohol a una gota de sangre, para darnos cuenta del daño que causa

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  3. muy buena informacion..tengo q acer un trabajo sobre la alcoholemia y esto me ayudo muchiiisimo..grxzz:)

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